La jornada se inició con la en líneas generales floja Lobos de Arga, de Emilio Martínez Moreno. Un escritor, interpretado por Gorka Otxoa, regresa al pueblo de su familia en la Galicia profunda para ser el receptor de un homenaje, al menos aparentemente. Poco después descubrirá que los habitantes del pueblo guardan un secreto relacionado con la licantropía. El balance entre los gags con gracia y los que no la tienen se decanta en mayoría por los segundos, y los primeros son prácticamente todos los interpretados por el siempre divertido Carlos Areces.
Despertó sentimientos encontrados Intruders, la esperada nueva película de Juan Carlos Fresnadillo protagonizada por Clive Owen y Pilar López de Ayala, y al que suscribe no le terminó de convencer, dejando excesivamente clara sus cartas sobre el “tipo” de terror al cual se está refiriendo en todo momento aunque trate de disfrazarla de cuento de fantasmas “al uso”. Guarda alguna revelación sorprendente y a nivel técnico es correctísima, pero el resultado global deja un tanto frío.
En ediciones anteriores descubrimos a Hitoshi Matsumoto, el insólito director de títulos tan curiosos e insólitos como Dai-Nipponjin o la estupenda Symbol. En esta ocasión nos ha traído otra pequeña joyita, Scabbard Samurai, sobre las peripecias que ha de vivir un samurái que ha perdido el honor para convencer, mediantes actuaciones humorísticas, que no merece la muerte al Emperador, en un periodo de tiempo de un mes. De nuevo el imaginario particular del director nipón y su insólito sentido del humor brillan con luz propia, en un film humilde en pretensiones, pero de resultados más que correctos.
Aunque ya quedan lejos los tiempos en los cuales durante el Festival se podrían recuperar clásicos prácticamente con frecuencia diaria –una pena-, siguen programándose perlas como Angustia, de Bigas Luna, dentro del homenaje que se le realiza al director a la par que en la Filmoteca de Barcelona se realiza un ciclo de su obra. En Sitges se programa la que todavía a día de hoy sigue siendo su mejor película, aquella en la que el trasvase de ficción a realidad se convierte en una experiencia única, y en ocasiones aterradora. Para ciertos títulos, siempre hace buen tiempo.
La película de la jornada resultó ser la contundente Haunters, de Kim Min-Suk. Un solitario con el poder de dominar la voluntad de los demás encontrará la horna de su zapato en forma de un ingenuo muchacho con una voluntad de acero contra el que no puede usar sus poderes. Ambos se enzarzarán en una lucha sin cuartel en la que intentarán cazarse mutuamente. Su primera hora es de una intensidad y una fuerza brutal, aunque por desgracia baja un tanto de nivel en su acto final, sin dejar de ser una película muy interesante y con una cantidad de virtudes ingente, empezando por su estupenda banda sonora y destacando el fantástico uso que el director hacer de los poderes del villano telépata. Muy recomendable.
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