
Es doloroso escribir sobre ello, como lo fue en el pasado con algunas de las últimas obras de antiguos ídolos como Romero o Argento. Considerando quién es, en esta ocasión ha sido especialmente sangrante. The Ward podría pasar como un título de baja estofa sin muchas pretensiones, pero si la persona que la dirige es John Carpenter, uno de los mejores realizadores del género de todos los tiempos (y a nivel personal, uno de los predilectos) se puede utilizar la palabra decepción. Protagonizada por Amber Head, narra la historia de una joven con problemas mentales que es recluida en un hospital psiquiátrico junto a otro grupo de chicas de su edad y empezarán a ser asediadas por una mujer deforme. La estética de la película es plana tirando a feúcha, el desarrollo de la intriga es pobre y deriva en un montón de manido tópicos, algunos muy en boga últimamente. Nos ha dado mucho placer en el pasado, pero siembra la duda de si sería capaz de hacerlo en el futuro. Algunas carreras les pasa como a algunas obras, es mejor no tocarlas…
Como un martillazo en la cabeza, tremendamente impactante, resulta Secuestrados, de Miguel Ángel Vivas. Olvídense de todas aquellas odiosas comparaciones que siempre le plantan delante a este título cual espejo el Funny Games de Haneke: esto es crónica negra, es El Caso, es el retrato más fidedigno y cercano a lo que supuestamente debe ser real y terrible en un secuestro, alejada de cualquier pretensión de plantear un juego intelectual. Excelentemente dirigida e interpretada, Vivas ha triunfado donde Morales y Mira no lo han conseguido, en casa con el uniforme local. Estupenda, sería un crimen que se fuera de vacío.
Una bobada desastrosa y ridícula resulta Anfibious, el nuevo film de Brian Yuzna, cuya obra no puede decirse que sea santa de mi devoción, pero que en esta ocasión hace gala de una inutilidad y una incapacidad para narrar su historia alarmante. Efectos especiales de risa, una tri-dimensionalidad más inútil todavía que de costumbre y un reparto de malos actores, encabezado por un Michael Paré muy consciente de que más que un trabajo se trataba de pasar unos días de vacaciones. Ah, la cosa va, como pueden imaginarse, del monstruo anfibio que hace la vida imposible a los tripulantes de un barco que usa esclavos. Ridícula a más no poder.
Rare Exports: A Chrismas Tale, producción finlandesa dirigida por Jalmari Helander, resulta entretenida y muy original. Basada en dos populares cortometrajes dirigidos por su realizador, adaptados y alargados para la gran pantalla, narra la historia de un niño que descubre que la verdadera identidad de Santa Claus era la de una suerte de demonio torturador de niños y los elfos su propio grupo de fieles, unos ancianos con muy malas pulgas. Quizá está un pelo en exceso edulcorada, pero destaca por su singularidad y a juzgar por la reacción del público, gustó bastante.
Como original resulta Woochie, de Choi Dong-hoon, las aventuras de un peculiar brujo de la edad media que se convierte en el portador de una flauta mágica para salvaguardar el bien del universo, acompañado en sus aventuras por unos dioses muy despistados y un perro en forma de hombre (sí, como lo leen) y enfrentado a otro brujo que quiere hacerse con la flauta en su poder. Como espectáculo resulta hasta fascinante en ocasiones, sobre todo cuando Woochie hace gala de sus poderes, los personajes están bien definidos y hace gala de una gran habilidad para dar rienda suelta a su insólito sentido del humor. Sus problemas, un metraje demasiado alargado y ciertos problemas a la hora de jugar con los tiempos. En todo caso, recomendable.
A pesar de su fama como bizarrada y de que incluso le hayan dedicado una edición los de Criterion, un servidor entiende que a House, el clásico de culto de Nabuhiko Obayashi de 1977, no hay por donde cogerlo y de que por resaltar, quizá algún detalle en su parte final resulta portador de un cierto atractivo, pero que su status lo ha conseguido por ser una supina rareza, no por su calidad.
Exótica resultó Drácula In a Coffin de Lee Hyung-Pyo, versión muy particular (cualquier parecido con la obra original es pura coincidencia) de la historia de Bram Stoker realizada en Corea del Sur en 1982. A estas maratones de Mondo Macabro cada vez va menos gente y no son la celebración que solían ser antaño, quizá convendría a empezar a replantearse su sentido y su forma…
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