
Ve la luz durante estos días el segundo volumen de la colección El ocultismo en el cine, Terror rural y paganismo, que edita Dilatando Mentes y que firman los amigos de El Pájaro Burlón. Como hicimos con el primer volumen, dedicado al vudú, hoy contamos con el coordinador del libro, que en esta ocasión es Javier J. Valencia, al que ya conocemos por sus libros «lynchianos»; Universo Twin Peaks, David Lynch, el zar de lo bizarro y Twin Peaks, 626 líneas en el futuro. Además los regulares de esta página conocer a Javier por sus críticas y crónicas de Sitges. Hablamos con javier de este nuevo libro, dedicado al denominado «folk horror».
-¿Cómo fijaríamos el límite entre folk horror y terror simplemente ambientado en un ambiente rural?
-Es quizá en el cine estadounidense en los años 70 donde iba a quedar más reflejada la diferenciación entre el “folk horror” y el “rural horror”: en su personal terror rural las “maneras de vivir” de los habitantes de esas comunidades del interior que representan las pesadillas del urbanita modelo no iba a haber tanto interés en mostrar sus costumbres religiosas ni sus vínculos con el paganismo como hacerlo con, por ejemplo, sus particulares gustos culinarios (véase La matanza de Texas, estrenada en 1974, un año después de The Wicker Man). Suele ser un tipo de terror más físico, más directo, aunque no necesariamente más cruel. Aunque a la hora de la verdad el “folk horror” sigue unos patrones un tanto intuitivos, por mucho que se intenten delimitar, sí que es necesaria la introducción de unos elementos concretos –folklore, paganismo o brujería, por citar tres recurrentes- en una ficción perteneciente al género.
-En el primer volumen sobre el vudú había un amplio capítulo introductorio sobre otros géneros artísticos. ¿Repetís fórmula en este volumen de la colección?
-Únicamente dedicamos un capítulo a la televisión. Principalmente la británica, que es donde más se desarrolló el subgénero tal y como lo conocemos hoy durante la segunda mitad de los años 70. Lo valoré, y estuvimos a punto de incluir un capítulo dedicado solo al “folk horror” literario. Pero el volumen ya empezaba a crecer más de lo que pensábamos en un principio al incluir no solo terror rural sino también capítulos dedicados a la relación del paganismo y el cine, y ya en sí es 200 páginas más largo que el primer libro dedicado al vudú. Pero, quién sabe, con todo lo que ha quedado fuera, quizá podríamos hacer una secuela…

-Pareciera que en los últimos años, gracias principalmente a los éxitos de Aster o Eggers, el género resurge. ¿Casualidad, reflejo de un miedo social, revival…? ¿Cuál crees que es el motivo?
-Creo que es inevitable que haya relación entre la coyuntura social y política y el auge de determinados subgéneros del terror. James Cooray Smith escribió en 2016 para New Statesman un buen artículo comparando el revival del “folk horror” en el Reino Unido con el auge de las campañas pro-Brexit, que lo llevaba en su desenlace a equiparar la situación de su país con lo que podría ser un relato de M.R. James (en el sentido de que en unos años los “fantasmas” iban a determinar el futuro de los jóvenes, debido a la masiva aceptación del Brexit por parte de los ciudadanos de tercera edad en contraste con el voto joven). No creo que sea algo que pertenezca únicamente al Reino Unido. Un ejemplo: el mundo moderno ha abrazado las redes sociales casi como pseudoreligiones, las cuales están plagadas de “fake news”. Imagínate lo que haría Matthew Hopkins (el cazador de brujas interpretado por Vincent Price en Witchfinder General) con una cuenta de Twitter hoy. Muchas de las películas más importantes del “folk horror” se basan en contemplar tanto en ver como se derrumba el sistema de creencias de su personaje principal a la vez que está atrapado en una trampa de la que tarde o temprano descubriremos que no existe escapatoria. Ojalá no represente nuestra situación hoy en día, pero es lícito compartir ese miedo.
-El término y la discusión sobre el folk horror apenas tienen una década ¿Crees que se están fijando aún los códigos del subgénero? ¿Ves más similitudes en el folk horror actual que en los clásicos que se hacían cuando la etiqueta no existía?
-Sí, absolutamente. Los clásicos como The Withfinder General o El hombre de mimbre no podían usar conscientemente códigos que no se habían definido, y aunque Piers Haggard sí que habló directamente de que su intención con La garra de Satán era hacer una película de “folk horror”, se refería a un concepto, un término para usarlo en una narración concreta, no a un sub-género del terror propiamente dicho. Ha sido en la segunda década del siglo XXI cuando al tener una definición se haya intentado darle forma –de manera bastante voluble e intuitiva, todo sea dicho-. The Wicker Tree (2010), aunque sea una película fallida en bastantes aspectos ya recapitulaba sobre el original Wicker Man y la miraba directamente en busca de unos clichés y unas pautas referenciales. Y el guion de Wake Wood (2009) parecía escrito en base a unos precedentes muy concretos, algunos obvios como El cementerio viviente o la propia Wicker Man. A medida que en estos últimos diez o quince años se ha ido generando un concepto a su alrededor, imagino que ha sido tentador usar los precedentes que le han dado forma como referencia. Véase productos actuales, muy estimulantes y valiosos como Midsommar o El tercer día, cuyo molde parece prefabricado –especialmente en la primera- y eso conlleva cierta falta de misterio en la narración, aunque no lo digo como algo peyorativo, ya que precisamente lo que las convierte en obras estimulantes es por la nueva mirada que ofrecen a senderos aparentemente ya transitados. El especial de doce horas de “El tercer día”, por ejemplo, es toda una hazaña por sí mismo, al ofrecer una visión totalmente nueva sobre los rituales paganos (imaginarios) de la isla de Osea. El relato puede resultar conocido, pero el cómo se cuenta en este caso es lo realmente valioso.

-Con una cultura y una literatura bastante rica en leyendas, ¿está el folklore español infrautilizado?
-Con el material del que disponemos, podríamos hacer una serie de TV antológica que recorriera mitos y leyendas de diferentes regiones de la geografía nacional y nos saldrían algo así como cinco temporadas de veinte episodios cada una, por lo menos. Estamos tardando más de la cuenta –aunque ya haya habido algunos primeros pasos esperanzadores, véase la muy notable Errementari (2017) de Paul Urquijo-, pero la semilla ya está plantada. Solo es cuestión de tiempo. Al menos eso quiero creer.
-La pregunta inevitable: si sólo podemos ver una película de folk horror, ¿con cuál nos quedamos?
-El espejo en el que más veces se han mirado las demás es El hombre de mimbre (The Wicker Man, 1973), y no solo eso, sino que hay películas previas con las que guarda semejanzas (Eye of the Devil o el telefilm Robin Redbreast, por ejemplo, todas ellas comentadas en profundidad en el libro) que, visto como ha fluido el río del “folk horror”, parece que la estuvieran invocando.
-Tras varios libros en solitario, uno como colaborador y éste como coordinador, ¿varía mucho la experiencia de escribir un libro desde un papel u otro?
-Sí, claro. El papel más relajado es el de colaborador. Te ciñes a unas reglas preestablecidas y discutes lo que tengas que discutir, pero sin presión ninguna. Este ha sido el primer libro que coordinado y la verdad es que la experiencia me ha gustado, he tenido bastante libertad para diseñar el contenido del libro como lo he creído mejor y todos los burlones han colaborado al 100% y ha sido un gustazo. Por otro lado, son prácticamente mis mejores amigos, con lo que así es bastante fácil, la verdad.

-El siguiente volumen de la serie será sobre el diablo, ¿no? ¿Tenéis en un principio delimitado cuántos libros compondrán la serie?
-Efectivamente, el tercer volumen estará centrado en Lucifer, el pacto fáustico y la posesión demoníaca, y lo coordinará Xavi Torrents Valdeiglesias, autor del magnífico Expediente Lindelof: de Perdidos a Watchmen (2020) para Dilatando Mentes. Ya estamos en ello, la idea es publicarlo hacia finales de año. No tenemos delimitado el número de volúmenes que compondrán la colección, es bastante abierta, pero valoramos ideas como mínimo para tres libros más.
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