
Título original: Come True
Año: 2020
País: Canadá
Director: Anthony Scott Burns
Guion: Anthony Scott Burns y Daniel Weissenberger
Reparto:
Julia Sarah Stone (Sarah Dunne)
Landon Liboiron (Jeremy)
Carlee Ryski (Anita)
Christopher Heatherington (Dr. Meyer)
Tedra Rogers (Zoe)

Sinopsis:
Sarah es una joven que ha decidido irse de casa. Necesita un lugar en el que dormir, y aunque puede quedarse una noche en casa de su amiga Zoe o pasar alguna noche en la calle, pronto encuentra la solución a su falta de alojamiento gracias a un anuncio en el que se buscan voluntarios para un estudio científico sobre el sueño.
Sarah solamente tiene que ir a dormir todos los días a un centro de investigación, logrando así algo de dinero y también un lugar donde pasar la noche. Allí comenzará a acercarse a uno de los investigadores, Jeremy, que lidera las lecturas para el misterioso Dr. Meyer. Pero también descubrirá que los sueños, los suyos y los de los demás miembros del estudio, albergan una oscura y amenazante figura…

Comentario:
Vincenzo Natali (Cube) conoció el trabajo de Anthony Scott Burns tras ver sus cortos en un canal de Twitch. Contactó con el director, al que incorporó a su equipo como director de segunda unidad en En la hierba alta. Más tarde, Natali decidió ayudar a Burns a producir su segundo largometraje, el que hoy nos ocupa, tras Our House. Y probablemente los fans de Vincenzo encuentren en Burns muchas cosas que también les gustarán.
Para Burns es importante que el proyecto no crezca tanto como para perder el control sobre él. Algo que se nota en una doble cara: por un lado, es bastante obvio el bajo presupuesto con el que se ha trabajado en la película. Por otro, Burns ha podido llevar él mismo muchas de las tareas (edición, dirección de fotografía, música, FXs…), ofreciendo un aspecto muy homogéneo. La imaginería onírica nos sumerge en territorios que a muchos recordaron a Lynch durante su paso por festivales. A servidor le parece que el aspecto cuasi-futurista, los sintetizadores, el ritmo pausado, los neones… tienen más que ver con el Blade Runner de Ridley Scott, salvando las diferencias.
Pero que nadie piense en copias. Burns tiene su propio estilo. Y es bastante interesante, aunque aún da la impresión de no estar del todo pulido. Para empezar porque aunque la película no deja de inquietarnos, nunca llega a aterrorizarnos, pese a que parezca intentarlo en algún momento. Hay varios momentos en los que la historia demandaba algo más de tensión, igual que se podía haber profundizado más en los personajes y en algunas de las preguntas que la película deja en el aire antes de su interesante y ambiguo (pero totalmente gratuito) giro final.
Julia Sarah Stone aguanta la película, con más claros que oscuros, y da muestras de poder convertirse en una habitual del género. Desgraciadamente el resto del reparto está bastante más flojo, y hace que algunas escenas desluzcan.
Con todos sus peros, la cinta de Burns brilla con una extravagante luz propia, y permite más de un visionado para redescubrir las pistas que se han ido dejando a lo largo del metraje, revisitar los mundos oníricos de Burns, e intentar completar el puzzle propuesto.
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