
Título original: Slaxx
Año: 2020
País: Canadá
Director: Elza Kephart
Guion: Patricia Gómez y Elza Kephart
Reparto:
Romane Denis (Libby)
Brett Donahue (Craig)
Sehar Bhojani (Shruti)
Kenny Wong (Lord)
Tianna Nori (Barb)

Sinopsis:
CCC es la cadena de ropa de moda para todo aquel que quiere estar a la última. Y, además, producen sus prendas realizando labores de integración y trabajo justo en el tercer mundo. Esta noche en una de sus tiendas están preparando uno de sus días especiales, en los que además van a presentar su última gran novedad: unos jeans que se adaptan de forma natural al cuerpo de la persona que los lleva, sin importar su talla. La expectación está desbordada, e incluso una popular influencer de moda vendrá para probarse los jeans en primicia. Tocará trabajar toda la madrugada.
En tales circunstancias llega a la tienda Libby, una joven que ha logrado llegar a su primer día de trabajo en una empresa de la que es gran seguidora. Aunque Libby no tardará en comprobar que el mundo de la imagen y la moda es muy diferente de puertas para adentro. Sus compañeros albergan grandes rivalidades por ascender en la empresa, y a todo eso se sumará un grave problema: la nueva prenda tiene vida propia, y está asesinando al personal de la tienda.

Comentario:
Es imposible no interesarse por una película protagonizada por unos jeans asesinos. Como punto de partida, no podría ser algo más loco. Y, con una premisa así, podemos esperar una buena dosis de sangre y humor. La película tiene de ambas, aunque tampoco demasiado. Kephart quiere mezclar todo lo que esperamos de un título así con una crítica al mundo de las corporaciones sin responsabilidad social (no necesariamente a la moda. De hecho, la empresa recuerda bastante a Apple, con su Steve Jobs particular inclusive).
Y el mensaje que da claro. Queda demasiado claro, porque se subraya varias veces, sin tampoco profundizar mucho más. Y si encima te lo cuentan después de que unos pantalones vaqueros haya desmembrado a varias personas… pues no termina de encajar. Al final, ni resulta todo tan gracioso, ni la crítica te hace reflexionar demasiado o preguntarte nada a ti mismo. Y la película queda un poco en terreno de nadie, entretenida, pero dejando la sensación de que sacándole más punta al lápiz por alguno de los dos extremos habríamos estado ante una gran cinta palomitera que disfrutar con los amigos durante su hora y cuarto de metraje.
Porque, dentro de la escasez de recursos y con unos personajes que ya hemos visto muchas veces, todo es bastante entretenido, y el casting no chirría. Incluso podemos destacar a una Sehar Bhojani que firma un papel de outsider bastante creíble, sin caer en el cliché de la típica friki inadaptada que acostumbramos a ver en estos casos. A Brett Donahue le toca el personaje de jefe cretino, y también sabe dosificar sus dos caras, de la amable a la oscura, a medida que avanza la película.
En cuestión de efectos especiales, «el villano» está resuelto con simpatía (y un croma, todo se desvela en los títulos de crédito), y el gore cumple, aunque por poco. Consciente de su presupuesto, Kephart decide mantener la sangre a raya y mostrar solamente lo más imprescindible, manteniendo un tono con cierto estilo y dejando buena parte del trabajo a nuestra imaginación, que abrir los planos y las escenas y sumergirse en la serie Z. Es un acierto.
Estos vaqueros no van a conquistar el mercado, y quizá no señalen todas las curvas que podíamos esperar. Pero lo entenderíamos si se convirtiesen en un placer culpable dentro del fondo de armario del corazoncito de un fan del gore más facilón.
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