2 de diciembre de 2023

CineFantastico.com

Cine de terror, fantasía y ciencia ficción

El cine fantástico en Italia

Un repaso a los nombres más destacados del país transalpino
I Vampiri
I Vampiri (1956)

Italia es un país que ha aportado mucho al cine fantástico. Grandes genios como Mario Bava o Dario Argento, o directores de culto como Lucio Fulci y Michelle Soavi. Géneros autóctonos como el giallo o el spaghetti-zombie. Y una interminable lista de clásicos de obligada visión. Por ello, es de justicia que hagamos un repaso a la historia del género dentro de este país.

Historia que comienzan Riccardo Freda y Mario BavaI Vampiri (1956), titulada en España Los vampiros, fue dirigida por el primero mientras que Bava se encargó de la fotografía y los efectos especiales. Se considera el primer film fantaterrorífico italiano.

Por aquella época, el peplum fantástico comenzaba a surgir, con varios films con Hércules como protagonista; y no podemos dejar de lado antecedentes del género como Il Mostro de Frankenstein (1920), de Eugenio Testa, u otras películas en las que el elemento fantástico aparecía, aunque en segundo plano. Por ello, I Vampiri se considera el arranque del género en este país, de una forma clara y con una continuidad en los títulos. Continuidad a la que Freda y Bava aportan el siguiente título significativo con Caltiki, il Mostro Inmortale (1959), film basado en la obra de H.P. Lovecraft.

Precisamente el éxito de esa película, que Bava había tenido que terminar de dirigir tras el abandono de Freda, le da la oportunidad a aquel de dirigir su primer largometraje, la Máscara del Demonio (1960). El film supone el inicio de la fama del cine fantástico italiano más allá de sus propias fronteras, a la vez que lanza al estrellato tanto a Bava como a la actriz Barbara Steele. Ese año, otras 4 producciones italianas de terror llegaban a los cines (destaquemos L’Amante del Vampiro, de Renato Polselli o Space Men, de Antonio Margheriti). El género empieza a andar con paso firme, pero el público no acaba de conectar mayoritariamente con él. Por eso, algunos directores comprueban que ocultando su nombre bajo un pseudónimo de origen anglosajón, les resulta más fácil conseguir que la gente se acerque a ver sus películas (dentro y fuera de Italia). Algo que también ha ocurrido en otros países latinos (España es el mejor ejemplo).

La máscara del demonio
La máscara del demonio (1960)

De este modo, Riccardo Freda fue Robert Hampton, o Massimo Pupillo es el verdadero nombre de Max Hunter o Ralph Zucker.
Precisamente Freda/Hampton, en 1962, creo al personaje del Dr. Hichcock en el polémico film L’Orrible Segreto del Dottor Hichcock. La censura y la Iglesia no evitaron que el infame personaje necrófilo volviese junto a Barbara Steele en Lo Spettro (1963).

Pero volvamos a Bava. Tras la Máscara del Demonio, dirige Ercole al Centro della Tierra (1961), un peplum con Christopher Leela Frustra e il Corpo (1963), de nuevo con Leelas Tres Caras del Miedo, ahora con Boris Karloff; e incluso se atreve con la ciencia ficción en Terror en el Espacio (1965). Pero es la Muchacha que Sabía Demasiado, en 1962, el film que empieza algo nuevo.

Y eso se debe a que con él, Bava realiza la primera aproximación del género policíaco a un nuevo mundo dentro del terror. Y termina de hacerlo con Seis Mujeres para el Asesino (1964), creando el giallo. La palabra, que significa «amarillo», se usaba para denominar una colección de novelas policiacas cuya portada era de este color, y que habían sido muy populares en los años 30. Pero el giallo cinematográfico es mucho más que una película de policías y con suspense. Múltiples sospechosos, todos ellos con sus propios demonios interiores y su punto de locura, asesinatos en serie explícitamente sangrientos (con guantes y cuchillo, si puede ser), angustia, giros de guión, obsesiones, nihilismo, planos subjetivos, fetichismo, muchas referencias a animales en los títulos, misterio… No obstante, la explosión de este género estaba aún por llegar. Mientras, directores como Margheriti, Pupillo o Renato Polselli siguen trabajando el terror clásico.

Volviendo al giallo, en 1968 es cuando nos encontramos con el hombre que debía colocar al género en su justo lugar. Se trata de Dario Argento, que con el Pájaro de las Plumas de Cristal deja entrever todo lo que estaba por venir de su parte. Claro que el éxito de esta película en todo el mundo no pasó desapercibido para nadie, y sobre todo una vez que Argento repitiese género y éxito con el Gato de las Nueve Colas (1970), empezaron a encontrarse varios directores que se interesaban por el nuevo subgénero, con más o menos talento, más o menos fortuna, y más o menos oportunismo.

El Pájaro de las Plumas de Cristal
El Pájaro de las Plumas de Cristal (1968)

Entre los mejor considerados por la crítica estaba Paolo Cavara, autor de la Tarántula del Vientre Negro (1972), o el primer giallo propiamente dicho de Lucio FulciUna Lagartija con Piel de Mujer (1971).
El terror ya estaba totalmente instaurado en la cinematografía italiana de principios de los 70, y comenzaba a crear sus propias estrellas, como Edwige Fenech (más conocida en España por sus cintas de destape que por las de terror), o a importar otras como Klaus KinskiDavid Hess o Christopher Lee (que no olvidemos que tiene orígenes italianos). Títulos como Angustia de Silencio (1972) de Lucio FulciIl Profumo della Signora in Nero (1974), de Francesco Barilli; o Rojo Oscuro (1975), de Dario Argento, elevan al giallo a sus máximas cotas. El terror gótico hace lo propio con directores como Pupi Avati y su película la Casa dalle Finestreche Ridono (1976). Pero tanto título dentro del mismo campo no podía sino saturar al espectador. El propio Argento probaba nuevas ideas con Suspiria (1977). Por ello, a medida que se acercan los 80, el giallo se va sustituyendo por un terror más cercano a lo que se venía haciendo en EEUU durante los últimos años.

Así, de los títulos de giallo y terror gótico que durante los 70 habían inundado las pantallas italianas, se pasa al terror gore y a la exploitation que caracteriza los años 80 del género fantástico italiano. En este sentido, dos películas americanas (y el éxito que consiguieron en Italia, claro) marcan el camino a seguir. Son Zombie (George A. Romero, 1978) y Conan, el Bárbaro (John Millius, 1982). A su sombra, nace el spaghetti-zombie y se presencia un resurgir del peplum fantástico. De este último, recordaremos títulos tan populares como Ator, el Poderoso (Aristide Massaccesi, más conocido como Joe D’Amato, 1982) o el Desafío de Hércules (1983) y su secuela la Furia del Coloso (1984), ambas dirigidas por Luigi Cozzi y protagonizadas por Lou Ferrigno (popular por interpretar al superhéroe de cómic la Masa en su versión televisiva).

Otros explotations, esta vez en el terreno de la ciencia ficción fueron Choque de Galaxias (1979), que el propio Luigi Cozzi había dirigido, contando con la participación de Joe Spinell y la británica Caroline Munro1990: los Guerreros del Bronx (Enzo Castellari, 1983); o Roma Año 2072, los Gladiadores (1983) de Lucio Fulci. El splatter americano también tuvo su reflejo en Italia con films como Demons (1985) y su secuela un año después, ambas dirigidas por Lamberto Bava, hijo de Mario. Hasta directores italianos eran llevados a EEUU para dirigir algunos de esos filmes que ahora les estaban inspirando. Tal es el caso de Damiano Damiani, que dirige la segunda parte de Amityville. Pero también eran los italianos quien inspiraban a muchos norteamericanos, como es el caso de la saga de Viernes 13, que es claramente deudora del largometraje de Mario BavaBahía de Sangre (1971).
Pero habíamos hablado de la versión italiana de los muertos vivientes de Romero

Demons
Demons (1985)

El cine de zombies italiano viene marcado por la truculencia del género mondo, que con títulos como la Montaña del Dios Caníbal, protagonizada por Ursula Andress en 1978 y dirigida por Sergio Martino; o la ya clásica Holocausto Caníbal (1978) de Ruggero Deodato. El éxito mundial de esta última da pie a varias imitaciones, que se irían fundiendo con el cine de zombies, o sencillamente con el de terror. Así surgen Zombi Holocausto (Mario Girolami,1980); Gomia, Terror en el Mar Egeo (1980) que dirigió el ahora popular director porno Joe D’Amato; o Virus (1979), una nueva muestra de oportunismo de las muchas que firmó Antonio Margheriti a lo largo de su carrera. Pero, sin duda, el rey del terror italiano de los 80 fue Lucio Fulci, que con títulos como Nueva York Bajo el Terror de los Zombies (1979) o Aquella Casa al lado del Cementerio (1981) se labró buena parte de su fama entre los aficionados.

En los últimos años, el género sufre una larga crisis en Italia. Ni la llegada de nuevos valores como Michele Soavi, que prometía con Aquarius (1986) pero no se destapó hasta 1994 con Mi Novia es un Zombi, consiguiendo el reconocimiento de crítica y público, han conseguido mantener en pie el interés de los italianos por el fantástico. Dark Waters (1993) de Mario BaianoFatal Frames (1996) de Al Festa o Maschera di Cera (1997) de Sergio Stivaletti son lo poco que se puede destacar de los 90, sin olvidar, claro, a Dario Argento, que con films como El Síndrome de Stendhal (1996) sigue manteniendo el pulso. Pero no deja de ser un punto y aparte dentro de una situación muy crítica, pero que esperemos que no sea más que algo pasajero, y podamos disfrutar pronto de nuevos terrores procedentes de este país.